Tenemos “la manía” de pensar que los seres humanos son más importantes que las ratas, así que cada vez que queremos probar algo nuevo primero debemos confirmar que no hay ningún peligro en varias especies animales.
Los experimentos de manipulación de ondas cerebrales mediante electricidad o imanes ya se prueban en grupos de pocos humanos, y empieza a haber en hospitales maquinas que ayudan a tratar enfermedades usando este tipo de técnicas, pero aun así los animales nos dejan un poco de libertad para “volvernos locos” y probar técnicas nuevas sin el miedo a dejar a una familia sin hijo de manera accidental.
Luego, si logramos algo, ya nos pasamos al humano y confirmamos que todo funciona igual.
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